Es
sorprendentemente agradable como el gobierno central y local han
tomado medidas para asegurar la salud mental de la sociedad en los
últimos años mediante leyes y decretos, pero lamentablemente
quedaron ahí: en el papel, ''en el papel se ve bonito'' decía un
profesor... pero ese es otro tema en el que no quiero extenderme ya
que estas lineas están dedicadas a una problemática en el ámbito
social y de salud pública: La Drogadicción.
Esta
enfermedad (se sabe
que existen cambios neuroquímicos a nivel cerebral asociado a
factores genéticos y también del entorno) que se manifiesta
mediante la conducta compulsiva e inadaptativa para consumir una
sustancia psicoactiva o hacia una situación (como la ludopatía y
lujuria entendida como adicción NO como pecado) y que afecta la
sociedad de una u otra manera (por ejemplo: indigencia, delincuencia,
prácticas sexuales de riesgo, prostitución, etc) ha sido tratada
desde dos visiones totalmente divergentes: Desde lo Social y
Desde lo Clínico.
El
enfoque social de las entidades en Bogotá buscan "la reducción
de riesgo y mitigación de daño" es decir: "que consuman
pero que eso no se convierta en un problema individual ni social"
y de esta manera paliar los efectos nocivos en la sociedad.
El
enfoque clínico busca "la abstinencia total" entendiendo
la adicción como una enfermedad crónica y progresiva que NO es
curable pero SI es tratable.
Es
así que mientras los Centros de Encuentro y Acogida, Centros de
Atención para la Drogadicción pertenecientes a la Secretaria de
Integración Social mitigan el daño, los Centros de Salud, Las
Unidades de Salud Mental, Hospitales y Centros de Atención para la
Drogadicción pertenecientes a la Secretaria Distrital de Salud
promueven el cero consumo haciendo oda a esa caricatura de dos
marineros en un bote remando para lados opuestos.
Si
uno observa el modus operandi del adicto habitante de calle
(principal usuario de estos servicios) podríamos evidenciar la
migración de una institución a otra a lo largo de su vida (intenta
dejar de consumir de una buena vez y al recaer va a otro centro donde
le ayudan a "controlar el vicio" y luego regresa al primer
centro para intentar dejarlo por completo porque vio que no se podía
dar "esos permisos") perpetuándose este "círculo
vicioso".
Esta
corta historia acerca de las políticas públicas en drogadicción
nos llama a reflexionar acerca del ''actuar'' a nivel macro mediante
un equipo interdisciplinario que aporte los diferentes enfoques
respecto a esta situación para que la intervención sea contundente
y traduzca una real solución para nuestra sociedad incluyendo la
recuperación de las personas que sufren de esta enfermedad.
Kris
Maykol Rey Sánchez. MD.Msc.
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