
Según Taylor (1994) "Sólo si existo en un mundo en el que la historia, o las exigencias de la naturaleza, o las necesidades de mi prójimo humano, o los deberes del ciudadano, o la llamada de #Dios, o alguna otra cosa de este tenor tiene una importancia que es crucial, puedo yo definir una #identidad para mí mismo que no sea #trivial".
Referirnos a #autenticidad en la construcción de #identidad parte de la noción de que los seres humanos estamos dotados per se de un sentido moral, de un sentimiento intuitivo que nos indica y sugiere lo que está bien y lo que está mal, un bien y un mal que no se distinguen haciendo un cálculo de las consecuencias, y mucho menos, las que estuvieran relacionadas con premios y castigos #divinos.
Se trata pues, de aceptar aunque sea con el más mínimo inconformismo que la #identidad contemporánea está construida sobre un andamiaje muy frágil, y para la mayoría de las personas desconocido. Los referentes actuales están cercanos, de hecho íntimos con las banalidades que proyecta una sociedad contaminada y convulsionada por el #ruido de la moda, las marcas, las apariencias, algo que engrana con la frase célebre del filósofo griego Epicuro: "comamos y bebamos que mañana moriremos".
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