De manera indistinta el tiempo nos impacta a una velocidad y
con un ímpetu que no distinguimos, vamos de los segundos a los minutos, a las
horas que hacen un día, semanas que van a meses y estos a los años… uno tras
otro, trasformando nuestra existencia sin que nos percatemos, sin ser cómplices
de lo que sucede, señales físicas evidentes para quienes por años dejan de
vernos y que con dificultad reconocemos en nosotros mismos.
El simple hecho de existir dota al ser humano de belleza,
lejos de los estándares, acumulada en la experiencia vital y en las relaciones
cercanas, honestas y en las cuales aprovecha su oportunidad para brindar lo que
posee, su potencial máximo e ilimitado: EL AMOR.
¿Qué sucederá cuando el tiempo inclemente sacuda tu existencia,
cuál será el inventario de cosas valiosas en tu vida, cómo estará el balance?,
es posible haber acumulado adeptos a tus características físicas que ya no
querrán verte, que buscarán lo vigente, lo juvenil, lo novedoso. Si el
andamiaje de tu presente está basado en tu aspecto, es tiempo de configurarlo
con base en lo que resiste el paso del tiempo, en lo que no es susceptible de
envejecer, en la belleza interior, en las relaciones cercanas, familiares.
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